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La adopción de Jorsh

Foto del escritor: Camila TorrejónCamila Torrejón




Tras un complicado proceso, Elena y George, movidos por el amor, adoptaron a un niño que fue entregado por su madre Magaly Vásquez, quien tenía graves problemas con el alcohol y no sabía quién era el padre de su pequeño.





Escribe Camila Torrejón


Magaly Vásquez llegó a Lima desde Ucayali dispuesta a entregar a su hijo de apenas un año y medio. Era agosto de 2017. El niño no llevaba zapatos y vestía un polo y un short que claramente eran de otro niño mucho mayor que él.


Su cuñada, a quien llamaremos Victoria, le dijo que preguntaría a sus caseras del mercado Santa Luzmila de Comas si alguna persona estaría dispuesta a adoptar al niño.


Ese mismo día, Victoria se dirigió al mercado y planteó la propuesta a mi madre, quien se sorprendió con la iniciativa, ya que no podía creer que alguien estuviera dispuesto a entregar a su hijo.


Aunque desconcertada, mi madre, después de pensarlo, consideró la propuesta y preguntó si la entrega del niño se debía a problemas económicos.


Victoria le explicó que ese era el motivo principal y agregó que Magaly Vásquez no sabía quién era el padre y había tenido una vida complicada. Relató que, antes del nacimiento, Magaly trabajaba en un bar que muchos decían que en realidad era un prostíbulo y que tenía graves problemas con el alcohol.


Mi madre, curiosa, quiso indagar más. Victoria le reveló que su hermano le había dicho a Magaly Vásquez que podía regresar a la selva, pero solo con su hijo mayor y no con el menor.


Mi madre se sorprendió al enterarse de otro hijo. Victoria explicó que su hermano no podía criar a un niño que no compartiera su sangre, por lo que estaban desesperados por encontrarle un hogar.


Mi madre y Victoria acordaron hacer algo por el niño. Movida por la compasión, mi madre llamó a su amiga Elena, una mujer de 62 años que siempre había anhelado ser madre, pero que, por problemas de salud, nunca pudo tener hijos. Elena, al enterarse de la situación, aceptó la propuesta. Llena de esperanza y amor, compartió la noticia con su esposo, George, quien también expresó su deseo de conocer al pequeño.


Poco antes de la hora pactada, Elena, conmovida por la historia, decidió comprar ropa y zapatos para el niño.


Jorsh acompañado de Elena a quien ahora llama madre.



Cuando vio llegar al pequeño, el corazón de Elena se llenó de un amor profundo. Era un niño de tez blanca, ojos marrones claros, cabello castaño oscuro y una sonrisa contagiosa.


George, al ver al niño, se acercó y lo tomó de la mano. Para su sorpresa, el niño le respondió con una sonrisa tierna. Esa sonrisa selló su destino. Al cargarlo, Elena supo que el niño sería el motor de su vida. Decidieron llamarlo Jorsh, por el notable parecido con George.


Magaly Vásquez, presente en la entrega junto con su hijo mayor y Victoria, mencionó que el niño no estaba registrado en el Reniec, lo que complicaba el proceso de adopción.


Elena y George, conscientes de los desafíos, no se desanimaron. Con la ayuda de un abogado, comenzaron los trámites, un proceso más arduo de lo que pensaban.


George a lado de Jorsh. Él siempre quiso tener un hijo.



El primer paso requería que Magaly Vásquez regresara a la selva para obtener las huellas digitales del niño en el hospital donde nació, a fin de cumplir con los requisitos del Reniec. Sin embargo, al salir de Lima, con el dinero de los futuros padres, Magaly Vásquez dejó de responder a las llamadas de Elena y de mi madre, sembrando dudas sobre su compromiso.


Después de un tiempo, Magaly Vásquez reapareció en Lima, alegando que había sido víctima de un robo al salir de la capital. Aunque su explicación dejó dudas, Elena y George decidieron seguir adelante y le proporcionaron nuevamente dinero para completar los trámites en el hospital de Ucayali.


Lograron que Magaly Vásquez entregara los documentos esenciales para continuar con la adopción. Pero justo cuando parecía que las cosas avanzaban, la pandemia del coronavirus paralizó el mundo y detuvo la lucha de Elena y George por convertirse en padres.


George y Elena, felices de poder tener a su pequeño.



Una vez que la pandemia comenzó a ser controlada, la pareja contactó al abogado para retomar el proceso, recibiendo la devastadora noticia de que el abogado había fallecido a causa del virus. Además, los documentos se habían extraviado. Esta nueva barrera no detuvo la determinación de la pareja. Con renovada energía, se contactaron con otro abogado y, después de recuperar algunos documentos, continuaron su lucha.


Dos años después, cuando Jorsh cumplió tres años, Elena y George completaron el proceso de adopción. El niño, ahora oficialmente su hijo, los llamaba madre y padre, y ellos lo cuidaban con todo el amor que habían soñado dar.


Cuando todo parecía estar en orden, recibieron una noticia inesperada a través de Victoria. Les informó que Magaly Vásquez había desaparecido y que su familia no sabía de su paradero. Poco después, se enteraron de que había intentado regresar a Lima, pero había fallecido a causa del virus. Aunque Elena sintió una profunda tristeza por la muerte de Magaly Vásquez, lamentó que el niño nunca conocería a su verdadera madre.


Llegó el octavo cumpleaños de Jorsh, un momento lleno de emoción y alegría. Verlo soplar las velas rodeado de sus compañeros de clase fue un instante que Elena guarda en el mejor cofre de sus recuerdos.


Josh, celebrando su octavo cumpleaños en el colegio Dulce Amanecer.



Supo en ese preciso momento que toda la lucha había valido la pena, que cada obstáculo superado, cada lágrima derramada y cada día de espera habían tenido un propósito. Su pequeño estaba con ella, creciendo, sano y feliz, y ella sabía que estaría a su lado siempre. Por cuestiones legales, no fue posible que el apellido del pequeño fuera el de Elena. En su lugar, tuvieron que registrar al niño con el apellido de la madre biológica y el de George, para que pudiera asistir a la escuela y ser oficialmente reconocido. Sin embargo, este detalle no impidió que, cada día, desde que el sol salía hasta que se ocultaba, y bajo el brillo de la luna, la pequeña voz de Jorsh llamara a Elena madre, un título que ella lleva con orgullo y amor.


El camino fue arduo y lleno de obstáculos, pero la perseverancia y el amor incondicional de una madre y un padre encontraron la manera de prevalecer. La historia de este niño, que comenzó con incertidumbre y desamparo, se transformó en un testimonio de esperanza y la inquebrantable voluntad de una pareja para ser padres. Esta travesía no solo unió a una nueva familia, sino que también demostró que, incluso en las circunstancias más difíciles, el amor siempre encuentra una forma de florecer.


George, Elena y Jorsh: un trío de felicidad.


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