La historia de cómo un gato cambia el rumbo de una familia.

Un gatito llega a una familia como un obsequio y se convierte en uno de los principales integrantes. El felino, con su simpatía gatuna, logra que el resto de la familia cambie de actitud ante las diversas aristas de la vida. Se convierte en el centro de atención y gracias a él los demás integrantes mejoran, cambian, encuentran una luz de alegría en medio de algunas sombras que perjudican la vida.

Llegó en una cajita de cartón como si se tratara de un regalo. Un par de maullidos tristes se escucharon en la habitación. Un manto de incertidumbre me arropó por completo. Pero la ilusión pudo más. Abrí la caja, y me encontré a un pequeño gato muy, pero muy flaco. Tan flaco que se le veían las costillas.
—¿No estará enfermito? —preguntó mi hermana Melissa.
Hay personas que no alimentan bien a sus mascotas. Es una triste realidad. Este maltrato lo padecen los perros y gatos. Pese a tener dueños, parecen que se encuentran en situación de abandono.
Un giro de 180 grados dio mi vida cuando conocí a Pastelito de Café a finales de junio de 2020. Los primeros días no quiso comer. Transmitía el miedo a través de sus ojos. Pero, poco a poco, fue confiando en el hogar que lo acogió. El minino fue adoptado por mi familia sin imaginar que cambiaría nuestras vidas. Con un cruel y frío ‘No lo quieren’ se escudó la antigua dueña cuando preguntábamos por qué Pastelito de Café fue el último de su camada en ser adoptado. En resumidas cuentas, él tiene el pelaje negro.
En pleno siglo XXI aún existen personas que viven en tal mediocridad mental que evitan tener gatos negros por la creencia de que son de mala suerte. Pastelito de Café es negro y alumbra nuestras almas. Pero para llegar a ser el felino lleno de vida que es ahora, tuvo que pasar por muchas cosas.
Cuando lo conocí, sus patitas parecían hechas de alambre. Parecía que al mínimo contacto, se podría doblar. Lo saqué de su caja, y lo puse sobre mi pecho. Nos echamos en mi cama para descansar. Sentí su pulso, y era una melodía para mi corazón. Para muchas personas, una mascota trasciende todo límite existente entre un animal y un humano para convertirse en un compañero de vida. Y eso justamente me pasó a mí.
La jornada diaria de Pastelito de Café se basa en cinco pilares indispensables: Dormir, comer, ir a su baño, jugar y “atacar”. En ese orden. Un ligero cambio podría desencadenar la ira del terrible ancestro carnívoro que habita en su interior. Según la ciencia, el antecesor del gato doméstico que conocemos hoy es el Proailurus lemanensis, una especie que vivió hace unos 30 millones de años. Los estudios afirman que fue un felino primitivo, que posteriormente fue evolucionando y poco a poco fue domesticado.
De un carnívoro prehistórico a un gatito adorable. De cazar para sobrevivir a tener el alimento en su plato. Un gran cambio que se resumen en una pregunta: “¿Ese gato solo va a dormir?”. Pastelito de Café lleva una vida nocturna como buen felino. Por ello el minino descansa durante el día. Pero una vez su siesta lo llevó lejos de casa poniéndolo en peligro. Él nunca imaginó dormirse encima de una caja y despertar en un mercado. Un sueño de locos debió haber tenido en aquella oportunidad.
—¿El gato no está? —preguntó mi padre antes de ir de compras.
“Bueno, ya aparecerá”, agregó mientras subía al carro que tenía un pasajero inesperado.
Busqué al gato. Fui a su cama y esta estaba tendida, fría y sin rasguños. Me preocupé. Empecé a llamarlo, pero no apareció. La incertidumbre se apoderó de mí. El miedo empezó a apropiarse de mi cuerpo, pero algo llamó a mi calma.
—Seguro papá lo ha visto —comentó Melissa.
Mi papá siempre ha molestado a todos los gatos con la posibilidad de botarlos de la casa. Es una costumbre que viene desde que yo era niño. Pero ¿mi papá sería capaz de perpetrar su macabro e infantil plan? Lo dudé en un primer momento, pero la probabilidad era alta. El gato siguió sin aparecer.
Con el pasar del tiempo la hipótesis de que mi padre tuvo algo que ver fue tomando más fuerza. Y sí, mi papá estuvo implicado en la desaparición de Pastelito de Café, pero no de la manera que creíamos. Un inocente fue acusado de un crimen que no cometió.
Cuando mi papá llegó del mercado, le ayudé a entrar. “¿Qué pasa?, ¿se murió tu gato?”, preguntó con un toque sarcástico. Sin encontrar respuesta alguna ingresó a la casa. Se respiraba tensión en el aire. “¿Pastelito de Café apareció?”, volvió a preguntar. Lo miré a los ojos mientras me acercaba al carro. Abrí la puerta de atrás y empecé a buscar. Una corazonada me hizo remover todo lo que llegó. Algo llamaba a mi corazón como la primera vez que llegó.
Se sacó todo y nada. Empecé a llorar. La última oportunidad de encontrarlo se había ido. Pero algo llamó mi atención. Algo parecía salir debajo del asiento del copiloto del carro. Las lágrimas de tristeza se convirtieron en alegría. Alegría que no compartía Pastelito de Café. Estaba blanco del miedo.
—Me olvidé de botarlo. Tuvo suerte. Para la próxima ya verá —ironizó mi papá ante la situación.
Se durmió en la caja dentro del carro y se fue al mercado. En algún momento del viaje, Pastelito de Café se despertó, y preso del susto buscó refugio en algún lugar. Porque siempre ha sido así el minino que tenemos en casa: asustadizo. Miedoso de ruidos fuertes, personas extrañas, cosas grandes o sonidos punzantes. Por esta característica su familia comenta que es un gato muy raro. A ello también hay que agregarle que no come croquetas.
—¿Cómo va a vivir si no come su comida? —preguntó Melissa cuando llegó Pastelito de Café.
—Prueba con paté —se le ocurrió a mi madre.
Desde entonces su alimentación se basa en paté enlatado y comida cacera cocinada por la chef más grande que alguna vez haya pisado la faz de la tierra, la matriarca de la casa. Muchas veces hasta le preparan su propia presa para el engreído. “Antes de la llegada del bebé tenía que cocinar para cuatro. Ahora tengo cinco bocas que alimentar”, comenta siempre entre risas mi madre.
Pastelito de Café es un gato feliz, tranquilo y, sobre todo, sano. Llegó siendo muy flaco y con pocas chances de vivir, pero con mucho esfuerzo, dedicación y amor, el niño pudo crecer sin problemas. Un gato es el compañero perfecto de las clases remotas para cualquier universitario. Suelen amanecerse con su dueño cuando este hace las tareas. Es un pilar psicológico muy importante en la vida de las personas. Su ronroneo tiene propiedades para prevenir diversos males cardiacos. Además, el acariciarlo suele ser una forma de desestresarse para el humano.
El engreído de la casa es un miembro importante de la familia, por lo que nos duele pensar que algún día se irá antes que nosotros, pero es el ciclo de la vida. Parte del viaje es el fin y entenderlo ayuda a procesarlo.
A Pastelito de Café no le saldrán arrugas como a nosotros; sin embargo, el paso del tiempo no perdona. Sabemos que en algún momento cruzará el arcoíris y partirá a reunirse con sus antecesores. Pero hasta entonces disfrutamos cada instante con él. Pastelito fue la taza de café que necesitaba para comenzar una nueva jornada.