Desde los 19 años, Brenda enfrenta con hidalguía una dolencia que afecta a su columna. Luego de ganar una beca, encontró en la danza el arma perfecta para ser feliz y vencer las adversidades.
Escribe Edith Huayhua
Con el corazón en la garganta, con miedo, Brenda le preguntó a su médica si podía bailar ballet a pesar de padecer de escoliosis. Ella le respondió con un rotundo “no” y le dijo que solo podía hacer natación.
Al escuchar esta respuesta, Brenda, ya con 19 años cumplidos, intentó convencer a la médica. Le explicó que sabía que hay bailarinas que padecen de escoliosis y no tienen ningún problema.
Pese a ello, la médica le dijo que “no”, ya que seguramente, aclaró, ellas tendrían una escoliosis leve, pero en el caso de Brenda el dolor se intensificaría más. Brenda, sin embargo, no permitió que aquella respuesta de la médica limitara el sueño de convertirse en bailarina.
En cada terapia, el bichito del baile no la dejaba tranquila, se imaginaba en un escenario con muchos reflectores en donde ella bailaba con total entrega y en medio de aplausos. Un día, un post de Instagram llamó su atención. Se trataba del sorteo de una beca de verano en la escuela de danza “D1”, dirigida por Vania Masías, una reconocida exponente de la danza en nuestro país.
Brenda en D1, la escuela que la vio iniciarse en la danza.
Brenda decidió participar en el sorteo y dijo: “Dios mándame una señal”. Después de unos días, llegó la señal que tanto anhelaba. Su nombre estaba entre los ganadores. La noticia fue motivo de alegría, ya que era una beca por dos meses. Al recordar este emotivo momento, Brenda me comentó que las terapias realizadas durante tres meses la habían ayudado bastante y que había aprendido nuevos hábitos.
Comúnmente, al levantarnos siempre damos un pequeño impulso, como si hiciéramos un abdominal. Pero, otro es el caso para los que sufren de escoliosis. Ellos deben ponerse de costado casi al ras de la cama y luego con el brazo que está pegado a este, apoyarse para que pueda subir y poder levantarse sin forzar su columna.
Brenda recordó que a los 19 años se encontraba recostada en su cama, en ese instante un dolor de espalda la empezaba a aquejar. “Sentía que no podía moverme”, aseguró. Ella llamó a su mamá y le dijo con la voz entrecortada que tenía dolores fuertes en la columna y estos hacían que no pudiera levantarse.
Al inicio, su mamá no le creyó. Pensaba que era un berrinche para no ayudar en casa; pero, al ver el rostro de su hija con gestos de dolor, la ayudó a levantarse e inmediatamente fueron al médico.
Según Brenda, tuvieron que pasar por múltiples médicos, ya que los diagnósticos eran inciertos al comienzo, pero después de varios análisis por fin encontraron el origen de los dolores. En aquel tiempo, tenía que recibir ayuda de mamá y su hermana mayor Sandra para realizar múltiples actividades.
Brenda junto a su hermana Sandra , quien siempre estuvo a su lado durante
todo su proceso tanto de la escoliosis como la del baile.
El primer miércoles de enero del 2020, Brenda ya se encontraba en la escuela de baile. La mezcla de sonidos que desprendía de cada salón le daban la certeza que ese era su lugar seguro. Al ingresar e inscribirse a ballet, vio el nombre de “Guillermo Alcázar”, un profesor que ella seguía por redes sociales desde hacía un buen tiempo. No dudó en preguntar si podría inscribirse a ambos cursos. Por fortuna, aceptaron su petición.
Brenda estaba a minutos y solo a algunos pasos de su salón de ballet. Minutos antes de las 5 de la tarde, ingresó a su salón y conoció a su primera profesora llamada Gabriela. La calidez con la que la recibió le permitió a Brenda comentarle sobre su condición. La profesora le mencionó que ella haría unos ejercicios que no forzarían su columna.
Terminada la clase, Brenda salió maravillada, los dolores se habían esfumado. Continuaba su siguiente clase de “street jazz” y es así como tiene al frente a su bailarín que admiraba, Guillermo Alcázar, actualmente un coreógrafo muy respetado. Después de aquel mes lleno de baile, le dijo a mamá que la matriculara para el próximo mes, ya que la danza la estaba ayudando a que los dolores sean menos intensos. Su madre la apoyó, pero por cuestiones económicas, solo podría inscribirse a un solo curso. A pesar de ello, Brenda se puso feliz porque lo que más quería era bailar y, gracias a mamá, podía hacerlo.
Nuestra protagonista continuó sus clases, pero esta vez solo la de “street jazz”. Se sentía tan cómoda que se puso un nuevo reto: bailar con tacones. Poco a poco iba adaptándose a este nuevo género. La timidez iba disminuyendo e iba aflorando su lado más femenino.
Nuestra protagonista en una sus prácticas con el elenco Cherry Ladies.
Lamentablemente, llegó la pandemia a inicios de marzo. No se podía salir, había cuarentena. El mundo de la danza estaba en freno. Lo que para algunos se convertiría en un obstáculo, para Brenda fue un impulso, una evidente oportunidad y durante esos meses, profesores de todo el mundo comenzaron a dar clases gratis y ella no dudó en seguir aprendiendo más de nuevos géneros y ritmos.
Aquellos dos años de pandemia y de full entrenamiento, tuvieron sus primeros logros, conoció a más profesores, entre ellas a Rous y Dei, quienes fueron las que la impulsaron a dar un paso más grande en la danza. Rous, fundadora de la escuela “Cherry Tease”, hizo una audición en la que Brenda participó y después de unos largos y rigurosos filtros, pasó a formar parte del elenco Cherry Ladies.
Brenda brillando en cada escenario que pisa
mostrando su pasión el baile.
Dei vio el avance de Brenda en la danza. La apoyaba en lo que podía. Brenda mejoró de manera evidente y celebró su primer aniversario, puesto que en octubre se cumplió un año de pertenecer al elenco de baile de Cherry Ladies y, además, ser asistenta de la escuela “Know your hop” (KYH) de Dei. Ambas mentoras hasta el día de hoy siguen siendo testigos de los enormes logros que Brenda está dando en el mundo de la danza.
Brenda sigue dando pasos que resuenan aún más fuerte y cada paso que da, lo hace con más seguridad que el anterior. Ahora sigue realizando presentaciones junto al elenco. Su dedicación en cada clase de baile hizo que sus mentoras la dejen a cargo de bailarinas iniciantes y así, ella se desenvuelva poco a poco en el arte de enseñar y se convierta también en una coreógrafa.
Brenda es un ejemplo de que los jóvenes no se deben dejar vencer por las adversidades. Ella sigue con mucha dedicación y esfuerzo en la ruta de hacer realidad sus sueños.
Brenda en una de sus capacitaciones de burlesque a lado de
Mónica González Pizarro, bailarina chilena.