Cine joven en movimiento: Autoerótica y su relato urbano
- DíaTreinta

- 22 jun
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Actualizado: 22 sept

El pasado jueves 19 de junio, el auditorio de UPN Breña se convirtió en un espacio de silencio atento, emociones contenidas y cine que provoca preguntas. La protagonista de la noche fue Autoerótica, el primer largometraje de la joven directora peruana Andrea Hoyos, quien llegó para compartir con estudiantes y cinéfilos una historia que toca fibras, remueve y se queda rondando después de los créditos.
La película, que nació como proyecto final universitario, comenzó como una exploración del vínculo entre madre e hija en la infancia, pero durante el proceso creativo fue transformándose. “Me di cuenta de que lo que realmente quería contar era el tránsito hacia la adolescencia. Ese momento confuso, sensible, donde todo parece moverse por dentro”, comentó la directora durante el conversatorio.
Autoerótica sigue a una adolescente de 15 años que empieza a explorar su sexualidad a través de una aplicación de citas. Pero no se trata de una historia escandalosa ni provocadora por provocación. La cinta se sostiene en un lenguaje simbólico, en silencios elocuentes, y en una estética sobria que habla más de emociones que de hechos. Una de las escenas más comentadas muestra a la protagonista bañándose en agua blanca, que para Hoyos representa la leche materna como metáfora del paso entre etapas vitales: de la niñez a la adolescencia.
A pesar de abordar un tema sensible como el despertar sexual en la adolescencia, la obra se enmarca plenamente dentro de los límites legales y éticos del cine. No contiene escenas explícitas, ni vulnera derechos de imagen ni normas de representación de menores de edad. Fue realizada en el contexto académico con fines artísticos, y su enfoque simbólico ha sido reconocido por su madurez y cuidado en el tratamiento del tema. Por ello, Autoerótica no infringe ninguna ley ni norma vigente, y su exhibición responde a una apuesta por el cine que incomoda sin transgredir.

La directora también compartió que una de sus grandes influencias es Rosario María Montero, otra cineasta peruana que ha sabido mirar lo íntimo desde lo profundo, sin temor a los silencios ni a la complejidad emocional.
Autoerótica no busca agradar. Busca decir algo. Y en tiempos donde el cine muchas veces solo entretiene, una propuesta como esta recuerda que hay historias que no solo se ven: se sienten, se piensan y se conversan. UPN reafirma así su compromiso con el arte que cuestiona, con los nuevos creadores, y con una comunidad universitaria que quiere mirar más allá.
La función formó parte de la programación del Cineclub UPN y fue el inicio de una serie de actividades que buscan llevar cine independiente a todas las sedes de la universidad con el respaldo de EGEDA..

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