top of page

Ochi: la bióloga que pinta a las aves que estudia 

Actualizado: 11 jul

Ochi lleva en su mochila su cámara fotográfica, cuadernos de campo y también sus acuarelas, porque ha aprendido que cada ave tiene una historia que trasmitir mediante la pintura.



ree


Escribe Angela Lanazca De la Torre


ree

Celebración de cumpleaños número 5 de la pequeña Lesslie Martínez en su natal Caraz. De izquierda a derecha abuelo paterno Marino Martínez, abuela paterna Teresa Espinoza, hermana mayor Diana Martínez, Lesslie Martínez (Ochi), su madre Nancy Ozejo y su padre William Martínez. (Créditos: Lesslie Martínez)


En Caraz, hace 21 años, Lesslie Martínez (Ochi) corría todas las mañanas escaleras abajo para jugar detrás de las faldas de su abuela Teresa, quién estaba por servir el desayuno mientras sus padres se alistaban para ir al trabajo. Las manos cálidas y la gran sonrisa de su abuela Teresa confortaban el gran corazón de la pequeña Ochi, sobre todo, cuando se quedaba bajo su cuidado.


Los Martínez iban y venían entre los agitados trabajos, atendían a sus tres queridas hijas y tenían que hacer la difícil tarea de cuidar a la hermana mayor de Ochi que padecía cáncer, que era llevada constantemente a hospitales de Lima y Caraz. Por esto, a sus cortos 6 años, la curiosa Ochi experimentaba viajes y no sabía si retornaría a su lugar de origen.


Ya en el año 2025, a sus 27 años, Ochi se encontraba en medio de una investigación rodeada de vegetación, donde realizaba un monitoreo biológico especializado en aves. Buscaba detectar nuevas especies y realizar su lista cotidiana de ejemplares encontrados en la zona de su estudio, pero pasó algo, tal vez fue su instinto que la llevó a apartar por un momento sus herramientas de investigación y tomar sus acuarelas. 

ree

Lesslie Martínez impartiendo un Taller de anillamiento y estudio de aves en el 2025 en La Molina. (Créditos: Angela Lanazca)


Se sentó sobre la tierra y capturó ese momento de conexión entre ella, un ave y su pincel. Pintó algo bello que había captado. Fue una pausa que para muchos podría parecer ajena o extraña ¿Una bióloga que pinta? ¿Una investigadora haciendo la labor de una artista en pleno trabajo de campo? Para Ochi ambas especialidades tienen un punto de unión dentro de ella que nace en diversos desafortunados momentos claves de su vida.


Los padres de la entonces pequeña Ochi decidieron que era momento crucial para mudarse de su natal Caraz a la capital, ya que todas sus esperanzas se albergaban en la caótica y centralizada Lima. Así con toda la familia mudada, Ochi, poco tiempo después, atravesó su primera e infortunada pérdida, el fallecimiento de su hermana mayor Diana por el cáncer.


Ochi, apartada del dolor y sumergida en su etapa de descubrimiento y curiosidad, empezó a desarrollar su vocación artística. Aún muy tímido, apenas garabatos, las acuarelas eran un medio que la alejaba por momentos de la aflicción y la llevaba a conectar con su inocencia y ella. A escondidas, Ochi le robaba las acuarelas a su hermana mayor para copiar los colores y las formas de las aves, aquellas que le evocaban sus años compartidos con su abuela que amaba los animales y hablaba con los pajaritos, aquella que en la distancia le dedicaba poemas.


ree

Una de las cartas que le enviaba la abuela paterna de Lesslie Martínez cuando se muda de pequeña para Lima de Caraz. (Créditos: Lesslie Martínez)


Ochi fue creciendo y sucedió su segunda pérdida. Su amada abuelita había fallecido, después de un accidente automovilístico. Ese momento tan duro, la marcó tremendamente. A sus cortos 7 años vivió la trágica muerte de su hermana mayor, que pierde la batalla contra el cáncer; un año después perdió la unión con su abuela en un accidente que también afectó a su segunda hermana Karen.


Años después, cuando la vida parecía haberle dado un respiro, su madre fue diagnosticada con cáncer. La noticia cayó como una lluvia silenciosa, pero esta vez la familia no se quebró, se unió. Ochi descubrió algo que marcaría el sentido profundo de su existencia, la fragilidad de la vida no es sinónimo de debilidad, sino una oportunidad para valorar los detalles, los silencios, el sonido de las aves que constantemente le recordaba a sus momentos más felices, en Caraz, junto a su abuela.


Después de muchos años ya, durante la pandemia, en medio de clases virtuales como bióloga en su universidad, del aislamiento y el miedo, Lesslie (Ochi) tomó una decisión firme y valiente, dar espacio a ese deseo artístico que había permanecido callado durante tanto tiempo, darle los pinceles a la pequeña Ochi, que aún albergaba dentro de ella, y permitirle mostrar al mundo su visión de la naturaleza y la belleza de las aves que pocos perciben.


Sus obras en acuarelas llenas de detalles del mundo natural, afianzada por su carrera de bióloga, comenzaron a llamar la atención del público. Participó con sus pinturas en medio de la pandemia en la 12º Congreso Peruano de Ornitología y ganó una mención honrosa. Es allí que después de tanto la pequeña Ochi inesperadamente retorna a su logar de origen, a su amada tierra porque la citan como invitada especial al 13º Congreso Peruano de Ornitología en Huaraz, Lesslie (Ochi) es invitada para dibujar, pintar y ambientar el congreso con su arte, lo cual la llenó de felicidad y nostalgia. Lesslie no ha parado de compartir su arte y amor por las aves en diversas ferias, como La feria del Patio en el MALI 2025, y en diversas exposiciones, sin dejar de lado su trabajo como bióloga, su conexión con la naturaleza y sus memorias


ree

Lesslie Martínez en un biohuerto de La Molina con sus trabajos en acuarela. (Créditos: Angela Lanazca)


Así, Ochi entendió algo poderoso, que la sensibilidad de un artista no está reñida con la rigurosidad de una bióloga que cuida el ecosistema de especies de aves, que ambas pueden convivir, alimentarse y enriquecerse mutuamente. El observar a un ave en su entorno puede ser tan profundo como pintar su esencia en un papel, y cuidar de la biodiversidad también puede hacerse desde el arte, la emoción y la divulgación.


Lesslie continúa hoy explorando áreas de cuidado y ecosistemas, pero también galerías. Lleva en su mochila su cámara fotográfica, cuadernos de campo y también sus acuarelas. Ha aprendido que cada ave tiene una historia, esas que muchas veces su abuela le contaba cuando era niña. Contar la verdad de la naturaleza con ciencia y arte puede inspirar a otros a proteger lo que aún nos queda en el planeta. 

Día Treinta Logo.png

"Las historias tienen el poder de cambiar el mundo, y en Díatreinta, creemos en contar esas historias"

SELLO-RADIO-UPN-PNG.png
bottom of page